lunes, 30 de marzo de 2015

Oficina de Redacción Literaria Disparatada








Ha pasado mucho tiempo, aun así tengo muchos recuerdos de mi infancia. Recuerdos que muchas veces me producen una gran alegría pero a la vez una profunda tristeza, al saber que nunca más volverán a suceder esos hechos. 

Recuerdo esas tardes con los amigos en el parque jugando al fútbol, esas tardes en las que aquel parque se convertía para nosotros en un fantástico campo de fútbol. El sol apretaba con todas sus fuerzas pero no nos preocupaba en ese momento

Pero, sin duda, mi mejor recuerdo fue cuando en el parque, ya pasada la tarde, nos encontramos un gato jugando con una pequeña pelota. Era un gato muy peludo, con una pequeña herida en la oreja. A pesar de su pequeño tamaño, para nosotros era como un león. Nos acercamos muy despacio, con mucho miedo de que nos atacara. Un adulto que estaba allí leyendo un libro, y que le faltaba un diente, nos dijo que no tuviésemos miedo pues ese gato era igual de inofensivo que una mariposa. De todas formas, sabíamos por experiencia que un gato es un animal muy veloz y activo aunque a la vez pueda ser muy delicado

En ese momento, mi madre subió la persiana y gritó mi nombre por la ventana. Yo pensé que iba a ganarme un cachetón, pero en realidad me avisó para que me vistiese guapo para asistir al baile de fin de curso de mi hermana. Me enfadé mucho, me sentía como un pájaro al que le falta un ala y no puede volar en libertad. 

Mi madre no era ninguna bruja, pero cada vez que me llamaba para subir a casa me causaba una gran sensación de soledad. Yendo hacia mi hogar vi una gran nube oscura, la naturaleza es tan poderosa que puede hacer que pases dos horas preparándote y, finalmente, acabar empapado y no te ha servido para nada todo ese tiempo. 

Cuando subí a casa, me encontré a mi padre muy alegre sentado en una silla. Iba vestido con un traje con el que estaba muy guapo. Antes de salir, mi madre me encargó echarle de comer a mi iguana, que se llamaba Chanchanchan. Una iguana tan negra como una pantera y que me producía una gran alegría porque era una mascota a la que tenía mucho cariño. 

Fernando Macías Arjonilla, 3º Educación Primaria. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario