-¡Alegría!, ¡Alegría!-se oía desde el otro lado del pasillo.
Intento con todas mis fuerzas abrir los ojos, pero el
cansancio vuelve a apoderarse de mí.
-¡Pequeña, levántate o llegarás tarde a clase!- la misma voz
de nuevo.
Noto que algo me hace cosquillas en los pies y doy un brinco
en la cama.
-¡Aaaaaaah!- grito de puro miedo.
Levanto las sábanas titubeando y ahí está, como todas las
mañanas, mi gato, Peludo, que una vez más viene a darme los buenos días. Miro corriendo el reloj. ¿Qué hora es? ¡Oh, oh! mamá va a
enfadarse mucho, he vuelto a quedarme dormida. Me levanto de un salto y me
visto rápidamente.
-¡Mamá!- la llamo alegremente.
¿Ya se ha levantado la princesa de la casa?- responde mi
madre dándome un achuchón, de esos que te cortan hasta la respiración.
-¡Aaay!- gruño entre dientes.
Consigo zafarme antes de que sea demasiado tarde. Voy veloz
a la mesa, cojo mis libros con una mano y el desayuno con la otra. Me paro un
momento antes de irme a clase para tirarle un beso a mi madre, desde la puerta,
no vaya a ser que el monstruo de los achuchones vuelva a hacer de las suyas.
Miro el reloj, es tardísimo, así que empiezo a correr. Paso
dando saltos por el parque, le sigue la heladería de Teo y llego casi sin
aliento a la tienda de disfraces que tanto me gusta. La miro con tristeza,
prometiéndome a mí misma que volveré más tarde a ver ese fantástico disfraz de
mariposa que tanto me gusta. Quizás también pueda venir Peludo conmigo. ¿Harán
disfraces para gatos?
De repente vuelvo a mirar la hora.
-¡La señorita Rita me va a matar!- grito sobresaltada.
Vuelvo a reanudar mi caminata, corriendo cada vez más
rápido, más rápido, más… ¿Este campo estaba aquí? Y ¿esa casa de dónde ha
salido? Miro a mí alrededor. ¡Esto no me suena de nada!
-Alegría cálmate- me digo a mí misma.
De pronto, a lo lejos oigo un susurro, me acerco despacio e
intentando no hacer ruido. Alguien tararea una extraña canción.
-Sea quien sea canta fatal- pienso para mí.
“En una iguana o en una pantera,
yo te convierto en lo que quieras.
Soy la bruja Soledad,
escucha mi nombre y ponte a temblar.
Con el diente de un león y el ala de un
pájaro,
serás un escarabajo.
¿Te gusta la libertad?
¡Pues con mala bruja has ido a dar!”
-Esto no me gusta nada- me digo a mi misma.
Comienzo a dar media vuelta con la intención de salir
pitando. ¡Oh, oh!, tropiezo con una rama, pierdo el equilibrio y caigo rodando
en dirección contraria. ¡Vaya suerte la mía!
-¡Maldita sea!- grito mientras me froto la malherida pierna.
-¡Niña insolente! ¿Cómo te atreves a interrumpirme?- grita
la mujer cantarina.
-¿Tú sabes quién soy? ¡Mi nombre es Soledad y soy una
poderosa bruja!- me grita de nuevo abriendo sus grandes ojos.
Intento hablar, pero solo consigo balbucear.
-Lo sien…to, yo so…lo quería…- intento vocalizar sin éxito
alguno.
Estoy aterrada, intento levantarme pero no soy capaz, la
pierna me duele demasiado.
-¿Dónde crees que vas?- vocifera la bruja.
Saca algo similar a un palo y el sol comienza a ocultarse
entre las nubes. No sé que pretender hacer, pero sea lo que sea no tiene buena pinta.
-¿Dónde están los chicos guapos que te rescatan cuando estás
en apuros?- repito interiormente una y otra vez.
La bruja comienza a soltar maldiciones y cuando parece que
las cosas no podían ir a peor, me apunta directamente con su barita. Chanchanchan,
da tres toques y bailando exclama:
“Orejas de sapo, esta
niña se convertirá en un renacuajo”
El fin ha llegado, de esta no me salva nadie. Cierro los
ojos lo más fuerte posible, esperando lo peor. Se oye un ruido lejano. ¿Un
pitido? Abro los ojos con miedo, veo una
silueta que me es familiar. ¡La silla de mí escrito con el uniforme del
colegio! Aún no puedo creerlo, me doy una cachetada que me activa por
completo y hace que vuelva a la realidad. Todo ha sido un sueño. A mis pies
está Peludo durmiendo delicada y plácidamente.
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