Había
una vez un niño llamado Adrián. Él era muy guapo, simpático y activo y no le
gustaba nada la soledad ni la tristeza.
Adrián
estaba en su habitación viendo un libro de animales, ya que era su tema
preferido. De un momento a otro, entró su amigo en la habitación y le entregó
un regalo. Adrián al descubrir que era un entrada para ir al zoo se puso muy
alegre.
El
sábado por la tarde Adrián y su amigo fueron al zoo. Pasaron por la zona donde
se encontraban los leones peludos, también vieron a las iguanas, las panteras,
los monos, los tigres y muchos más animales. Ellos pasaron un día fantástico y
para ellos el tiempo paso demasiado veloz. Querían pasar más tiempo disfrutando
de los animales.
Cuando
Adrián llegó a su casa fue a contarle todo a sus padres que se encontraban en
el jardín pero justo cuando iba a comenzar a decirle todo, un pájaro cayó al
césped. El niño se acercó para ver que le ocurría y se dio cuenta que tenía
hecho daño en el ala. Adrián estuvo curándolo junto a su padre. El pájaro tenía
miedo y estaba asustado, por eso Adrián fue en busca de una jaula para que el
pájaro estuviese más cómodo. Adrián le puso de nombre Chachachan, ya que se
apareció en su jardín como por arte de magia. Pasados unos días Chachachan se
recuperó y Adrián lo dejo en libertad porque ya podía volar.
A la
mañana siguiente, Adrián se despertó y fue a subir la persiana para ver qué
tiempo hacia. Era muy temprano y todavía había muchas nubes en el cielo. Pero
al poco tiempo, salió un sol espléndido y Adrián se puso muy contento y empezó
a saltar de alegría, ya que irían a pasar el día al campo.
Cuando
él llegó al campo se puso a jugar con su bicicleta pero a lo lejos vio un gato
y se acercó a él. Al verlo parecía un poco delicado y Adrián fue a buscar
comida para darle de comer. Como no sabía cuál era su nombre decidió ponerle
Cachetón ya que era de color blanco y tenía una manchita negra en el cachete.
Pasado un tiempo decidió ir al parque que había en el campo y en el camino se
encontró con un grupo de mariposas muy pequeñas que revoloteaban sin parar y
que transmitían mucha alegría debido a los colores de sus alas.
Dentro
del parque había una señora que sorprendió mucho a Adrián. La señora era una
bruja que parecía muy poderosa. Ella estaba sentada en una silla y tenía los
dientes muy blancos y las orejas muy grandes. Adrián se acercó a ella muy
despacio porque estaba un poco asustado. Cuando llegó junto a ella vio que era
una señora normal pero que estaba disfrazada para jugar con los niños. Cuando
Adrián llegó al lugar donde estaba la bruja, ésta le dijo que era un niño muy
guapo y que si quería jugar y hacer un baile con ella y con los demás niños.
Adrián aceptó y pasó un gran día con la bruja y sus amigos.
Irene Sánchez Rico, 3º Educación Infantil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario