lunes, 30 de marzo de 2015

Oficina de Redacción Literaria Disparatada

                                          EN BUSCA DE LA LIBERTAD



Por fin llego la libertad, aún quedaban horas para disfrutar de este maravilloso día. Habíamos conseguido escaparnos de aquella poderosa bruja cuyo nombre era raro. ¡Nunca nos acordábamos!
Ese parque era un infierno para nosotros, lleno de momentos de soledad y tristeza, pero sobre todo miedo. No había un solo día que pudiéramos disfrutar de aquel fantástico sol del que todo el mundo hablaba, solo veíamos días grises, llenos de nubes, y lo peor de todo era que esos días nadie venía a visitarnos. Lo único bueno que tenía vivir aquí era cuando, niños como tú, venían a jugar con nosotros.  ¡Esos días sí que estaban llenos de alegría!

Pero, de repente, las cosas empeoraron, la Bruja Eris se volvió aún más delicada, ya no dejaba entrar ni siquiera a los niños.

Un día estando en mi jaula, me di cuenta de que todo estaba cambiando. Mi vecino, el gran León, que siempre había sido muy activo, ahora dormía casi veinte horas al día. No podía permitirlo, pues la tristeza se estaba apoderando de nuestras vidas.  Todos sabíamos cuándo las cosas iban mal, solo con hacer un pequeño ruido entre las rejas nos comunicábamos. 

Y así fue, apenas rocé mis dientes con las rejas cuando el pájaro Paco llegó, agitando sus alas fuertemente. La mariposa Rosa le seguía y la iguana Juana, aunque un poco más despacio, también apareció. Después de tantos años aquí, lo mínimo era tener un nombre. Pero alguien faltaba, hice un pequeño recuento:

-¡pájaro Paco!
- ¡Presente!
-¡mariposa Rosa!
-¡Presente!
-¡Iguana Juana!
- ¡Presente!
-¡León Hipólito!
-¡Presente!
-¡Pantera Alegría! …. ¡Eh, sí, soy yo!
-¡Gato Lucas!
    Chan chan chan...

Sonó una melodía de esas que aparecen en las películas para dar más tensión al asunto y nadie me contestó. Como siempre, el gato peludo estaba durmiendo y teníamos que ir a despertarlo. Pero las cosas no pintaban nada bien, porque el gato Lucas vivía al lado de la bruja y no podíamos hacer ni un solo ruido si queríamos ser felices para siempre. El pájaro Paco era el encargado de vigilar a la malvada bruja, mientras que la iguana Juana lo despertaba. Paco empezó a volar  y observo a la bruja desde la persiana. Estaba sentada en una silla, leyendo un libro, o por lo menos eso parecía. ¡Seguro que no estaba planeando nada bueno!

Nunca os he hablado de cómo es la bruja y creo que es el momento, porque afortunadamente no la veremos más. Desde que pusimos el pie aquí sigue igual: vestida y guapa… ¡No lo es! . Siempre me pregunté cómo una persona tan pequeña podía tener tanta maldad.  

Vamos a centrarnos, Juana ya había conseguido despertar al gato Lucas con un pequeño cachetón. No sé cómo se atrevió porque mira que tenía mal despertar... Ahora solamente tendríamos que ir hasta la puerta y salir a correr.  Pero las cosas no eran tan fáciles, de una bruja con nombre de diosa griega de la discordia no íbamos a escapar tan fácilmente. Teníamos que idear un buen plan.

-¡Lo tengo!  Dijo el gato Lucas.

Nos contó su pequeño plan  y la verdad que, a pesar de ser un dormilón, tiene muy buenas ideas. Solo necesitábamos un pintalabios, y yo de esas cosas no tenía, pues una pantera felina y salvaje como yo no podía permitirse tener eso.  Seguro que la iguana Juana tendrá, a ella le encanta ponerse guapa para Paco, aunque no lo admita todos sabemos que está enamorada de él. Ya habíamos pintado a la mariposa de color rojo cereza, ahora parecía otra, estaba irreconocible. 

Cruzó la ventana y se posó en el libro. La bruja al verla cogió el cazamariposas e intentó atraparla, pero Rosa estaba muy entrenada y voló hasta la jaula vacía, la más grande de todas y que siempre nos imaginamos que podría ser la casa de un enorme elefante. La bruja entró y Paco cerró rápidamente la puerta, ahora estaba atrapada y le tocaba vivir allí encerrada como lo habíamos hecho nosotros. No nos lo podíamos creer, estábamos alegres, éramos libres. ¡Podríamos correr por el campo y hacer nuestro baile de victoria!


Ahora llevamos un año viviendo en la selva, libremente, aunque todos juntos. Juana y Paco se casaron, Hipólito ahora solo duerme diez horas al día y Lucas, aunque sigue tan dormilón, nos alegra los días. 
- ¿Yo? Yo sigo como siempre, haciéndole justicia a mi nombre. 

María Flores Gómez, 3º Educación Primaria

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