EN BUSCA DE LA LIBERTAD
Por fin llego la libertad, aún
quedaban horas para disfrutar de este maravilloso día. Habíamos conseguido
escaparnos de aquella poderosa bruja cuyo nombre era raro. ¡Nunca nos
acordábamos!
Ese parque era un infierno para
nosotros, lleno de momentos de soledad y tristeza, pero sobre todo miedo. No
había un solo día que pudiéramos disfrutar de aquel fantástico sol del que todo
el mundo hablaba, solo veíamos días grises, llenos de nubes, y lo peor de todo
era que esos días nadie venía a
visitarnos. Lo único bueno que tenía vivir aquí era cuando, niños como tú, venían a jugar con
nosotros. ¡Esos días sí que estaban
llenos de alegría!
Pero, de repente, las cosas empeoraron, la Bruja Eris se
volvió aún más delicada, ya no dejaba entrar ni siquiera a los niños.
Un día estando en mi jaula, me di
cuenta de que todo estaba cambiando. Mi vecino, el gran León, que siempre había
sido muy activo, ahora dormía casi veinte horas al día. No podía permitirlo, pues la tristeza se estaba apoderando de nuestras vidas. Todos sabíamos cuándo las cosas iban mal,
solo con hacer un pequeño ruido entre las rejas nos comunicábamos.
Y así fue,
apenas rocé mis dientes con las rejas cuando el pájaro Paco llegó, agitando sus
alas fuertemente. La mariposa Rosa le seguía y la iguana Juana, aunque un poco
más despacio, también apareció. Después de tantos años aquí, lo mínimo era tener un
nombre. Pero alguien faltaba, hice un pequeño recuento:
-¡pájaro Paco!
- ¡Presente!
-¡mariposa Rosa!
-¡Presente!
-¡Iguana Juana!
- ¡Presente!
-¡León Hipólito!
-¡Presente!
-¡Pantera Alegría! …. ¡Eh, sí, soy yo!
-¡Gato Lucas!
Chan chan chan...
Sonó una melodía de esas que aparecen
en las películas para dar más tensión al asunto y nadie me contestó. Como
siempre, el gato peludo estaba durmiendo y teníamos que ir a despertarlo. Pero
las cosas no pintaban nada bien, porque el gato Lucas vivía al lado de la bruja y no
podíamos hacer ni un solo ruido si queríamos ser felices para siempre. El
pájaro Paco era el encargado de vigilar a la malvada bruja, mientras que la
iguana Juana lo despertaba. Paco empezó a volar
y observo a la bruja desde la persiana. Estaba sentada en una silla,
leyendo un libro, o por lo menos eso parecía. ¡Seguro que no estaba planeando
nada bueno!
Nunca os he hablado de cómo es la
bruja y creo que es el momento, porque afortunadamente no la veremos más. Desde
que pusimos el pie aquí sigue igual: vestida y guapa… ¡No lo es! . Siempre me pregunté cómo una persona tan pequeña podía tener tanta maldad.
Vamos a centrarnos, Juana ya había conseguido
despertar al gato Lucas con un pequeño cachetón. No sé cómo se atrevió porque
mira que tenía mal despertar... Ahora solamente tendríamos que ir hasta la puerta
y salir a correr. Pero las cosas no eran
tan fáciles, de una bruja con nombre de diosa griega de la discordia no íbamos
a escapar tan fácilmente. Teníamos que idear un buen plan.
-¡Lo tengo! Dijo el gato Lucas.
Nos contó su pequeño plan y la verdad que, a pesar de ser un dormilón, tiene muy buenas ideas. Solo necesitábamos un pintalabios, y yo de esas cosas
no tenía, pues una pantera felina y salvaje como yo no podía permitirse tener eso. Seguro que la iguana Juana tendrá, a ella le
encanta ponerse guapa para Paco, aunque no lo admita todos sabemos que está
enamorada de él. Ya habíamos pintado a la mariposa de color rojo cereza, ahora
parecía otra, estaba irreconocible.
Cruzó la ventana y se posó en el libro. La
bruja al verla cogió el cazamariposas e intentó atraparla, pero Rosa estaba muy
entrenada y voló hasta la jaula vacía, la más grande de todas y que siempre nos
imaginamos que podría ser la casa de un enorme elefante. La bruja entró y Paco
cerró rápidamente la puerta, ahora estaba atrapada y le tocaba vivir allí
encerrada como lo habíamos hecho nosotros. No nos lo podíamos creer, estábamos
alegres, éramos libres. ¡Podríamos correr por el campo y hacer nuestro baile de
victoria!
Ahora llevamos un año viviendo en la
selva, libremente, aunque todos juntos. Juana y Paco se casaron, Hipólito ahora
solo duerme diez horas al día y Lucas, aunque sigue tan dormilón, nos alegra los días.
- ¿Yo? Yo sigo como siempre, haciéndole justicia a mi nombre.
María Flores Gómez, 3º Educación Primaria
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