LAS AVENTURAS DEL SEÑOR LEÓN
En un lugar, cuyo nombre no recuerdo, vivía la señora
Soledad. De estatura pequeña, le faltaba algún que otro diente, pero era muy
guapa.
Estaba casada con un chico muy guapo, que se apellidaba
León. Un hombre fantástico, activo, muy peludo, y que no tenía miedo a nada ni a
nadie.
En los ratos libres
el señor León iba al campo con su gato y su iguana a pasear, a tomar un poco el sol (siempre y cuando las nubes no
se interponían al sol). Acostumbraba a llevarse una silla para leer un libro que se lo regaló su amiga, la bruja llamada
Libertad.
Cuando el señor León regreso a casa, un pájaro se apoyó sobre
él. Le entró una alegría inmensa, ya que nunca había visto un pájaro tan
cerca. León se lo llevó a casa y, pasadas unas horas, al pájaro se le notaba una tristeza enorme porque en esa
habitación en la que estaba no podía desplegar sus alas.
Soledad, en ese momento, entró en la habitación y le dio un cachetón
a su marido y le tiro de la oreja por encerrar al pájaro en la habitación con
las persianas bajadas. León chilló y, de los saltos que pegaba por el dolor del tirón
de oreja, parecía que estaba bailando,
como si una pista de baile se tratase.
Soledad le obligó a que fueran a un parque a soltar al
pájaro, y así fue, llegaron al parque y soltaron al pájaro de forma delicada y muy despacio, para que emprendiera
su vuelo hacia las nubes.
De vuelta a casa se encontraron con una mariposa y... ¿Qué
pasó? Chanchanchan. Pidieron un deseo y el señor León quiso que el pájaro
volviese a su hogar. En cuanto llegaron a su casa, vio venir a un pájaro que se
acerca veloz hacia él.
Carlos León Nieto, 3º Educación Primaria.
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